Si a un estudiante de primaria se le ocurriera decir en voz alta que un animal puede fotosintetizar, se ganaría la mirada horrorizada de su maestra.
Raro como suena, ese es exactamente el caso de la babosa marina Elysia chlorotica.
Si bien se trata de una fotosíntesis ‘robada’, estudios recientes demuestran que la babosa posee herramientas fotosintéticas codificadas en su propio genoma.
La babosa en cuestión se alimenta de otros organismos para vivir, sobre todo del alga fotosintética Vaucheria litorea.
Curiosamente, durante su proceso digestivo, la babosa captura los orgánulos fotosintéticos del alga, los incorpora intactos a sus propias células y los mantiene funcionales durante meses. Durante todo ese lapso, el molusco puede vivir sin más fuente de alimento que los azúcares derivados de la fotosíntesis realizada por sus microscópicos rehenes.
Aunque la kleptoplastia (robo de plástidos en griego) se conoce desde hace algún tiempo, la presencia de elementos fotosintéticos del alga codificados en el acervo genético de la babosa ha dado origen a una enfervorizada discusión entre los expertos del área. Sucede que si bien estos genes son detectables en el material celular de adultos y larvas de E. chlorotica, no existía evidencia de su presencia en sus huevos, dado que los nuevos individuos no heredan los cloroplastos capturados por sus padres.
Esto disparó las sospechas de quienes sostenían que en realidad los genes encontrados provenían del alga, y no del molusco.
Investigadores norteamericanos difundieron la primera evidencia irrefutable de que –efectivamente– los genes en cuestión son propiedad genética de la babosa, aunque deriven evolutivamente de su presa. Estos investigadores pudieron visualizar, por primera vez, la localización de los genes del alga en los cromosomas de embriones de babosas que nunca habían sido expuestas al alga, y demostraron que nos encontramos ante un evento genuino de transferencia horizontal de genes entre ambas especies. La ventaja evolutiva del proceso es clara: las chances de supervivencia durante períodos de escasez de alga serán mayores.
Punto para el profesor de nuestro alumno de primaria: no es extraño que la diversidad biológica tome partido por el lado más creativo en una discusión.
Más información en Schwartz et al., 2014, Biological Bulletin , 227: 300–312.
por Hernán Pablo Burrieza, Leandro Martínez Tosar para Ciencia Hoy el . Publicado en Grageas, Número 143.
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