REGULACIÓN DEL MEDIO INTERNO - HOMEOSTASIS
Los seres unicelulares dependen por completo del
medio ambiente, de modo que, si las condiciones ambientales se hacen
desfavorables, el organismo muere o pasa a un estado de vida latente.
A diferencia de esto, los animales pluricelulares son
capaces de mantener constantes las caracterís-ticas físicas y la
composición química del medio interno, de manera que sus células se
encuentran siempre en condiciones ambientales favorables para la vida.
Esta capacidad de regulación del medio interno recibe el nombre de
homeostasis y permite que el individuo se independice del medio
ambiente.
Sin embargo, las variaciones que tienen lugar en el
medio ambiente influyen en el medio interno, pero el organismo posee
mecanismos reguladores que inmediatamente compensan dichos cambios y
restauran la condición de equilibrio.
Prácticamente todos los órganos y tejidos del cuerpo
contribuyen a la homeostasis.
Sin embargo, casi todos los sistemas reguladores
tienen en común la característica de actuar por un proceso de
retroalimentación negativa o «feedback»: si algún factor alcanza
valores demasiado altos o bajos, un sistema de control desencadena una
serie de cambios que restituyen el valor normal.
Por ejemplo, cuando la
temperatura externa disminuye, se desencadena un conjunto de procesos
que tienden a producir más calor y a evitar su pérdida: elevación de la
actividad muscular mediante contracciones musculares involuntarias
(tiritona) y voluntarias, vasoconstricción o disminución de diámetro de
las arteriolas para disminuir la cantidad de sangre que circula por la
piel y así reducir la pérdida de calor hacia el exterior, aumento del
apetito para que aumente la cantidad de sustancias metabolizadas y se
produzca más calor, etc.
Cuando la temperatura externa es elevada, las
respuestas del organismo son contrarias a las anteriores:
vasodilatación, disminución del apetito, sudoración, etc.
De esta manera la temperatura corporal permanece prácticamente constante, a pesar de los cambios externos.